Qué debemos hacer entonces con la mente durante la meditación? Nada en absoluto. Dejadla, sencillamente, tal como es. Un maestro describió la meditación como "la mente suspendida en el espacio en ninguna parte".
Hay un dicho muy conocido: "La mente es espontáneamente dichosa si no se la fuerza, lo mismo que el agua, si no es agitada, es de por sí transparente y clara". Suelo comparar la mente en meditación con un jarro de agua fangosa: cuanto más dejemos el agua sin tocarla ni removerla, más se hundirán hacia el fondo las partículas de tierra, permitiendo que se manifieste la claridad natural del agua. La propia naturaleza de la mente es tal que si la dejáis simplemente en su estado inalterado y natural, encontrará de nuevo su verdadera naturaleza, que es dicha y claridad.
Procurad, pues, no imponer nada a vuestra mente ni forzarla.
Cuando meditéis, no os esforzéis en controlar; tampoco intentéis sentiros en paz. No seáis excesivamente solemnes, ni os comportéis como si estuvierais participando en un rito especial. Desprendeos incluso de la idea de que estáis meditando. Dejad que vuestro cuerpo permanezca tal como está y vuestra respiración tal como la encontréis. Imaginaos que sois ñel cielo, que contiene todo el Universo.
Fuente: "El libro tibetano de la vida y la muerte". Sogyal Rimpoché.
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