Por efímera, no debe entenderse mortal; alude, más bien, al carácter efímero de los anhelos y deseos con los que el hombre, a través de su vida, intenta infructuosamente llenarla. El puro goce de los sentidos, la frivolidad o el acento puesto en proyectos o deseos que, en el fondo, no le sirven para dejar de sufrir. Quienes se ven atrapados en este constante deseo que se regenera con cosas nuevas cada día, ni siquiera llegan a sospechar que es posible una vida más plena, más armoniosa, más humana, sana e intensa. Esto es lo que hace que la califique de infeliz. La satisfacción de esos placeres, de esa constante búsqueda de satisfacción de deseos efímeros, lejos de provocar bienestar produce una intensa infelicidad.
El sentido que adquiere la tercera palabra, anatta, es diverso. Según los diferentes autores significa no propia, no de uno mismo, sin alma, vacía.
Es el mismo Sidarta quien explica en un sermón las características que pretende darle a esta palabra: para ello se sirve de la doctrina tradicional de "los cinco componentes" del ser humano (cuerpo, sentimientos, emociones, percepciones y conciencia) y confiere a cada uno de ellos los tres adjetivos: efímero, infeliz y alienado.
- Anatta (alienada), Una vida dominada por los deseos, por las pasiones, no puede ser "de uno mismo" ya que, obviamente, se ha perdido el control; se está sujeto a los vaivenes del instinto, de las emociones, de las engañosas percepciones y nos aleja de la conciencia. Si el cuerpo nos perteneciera, no produciría sufrimiento (el dolor se produce por el deseo de algo). Tampoco, y por la misma razón, se puede hablar de mis sentimientos, mis percepciones, mis emociones o mi conciencia; si fueran propios, no serían causa de dolor.
- Anicca (efímera). Lo que no está bajo control es efímero. El cuerpo (y los cinco componentes) no son permanentes.
- Dukha (infeliz). Aquello que es efímero y no está bajo control, produce sufrimiento, por lo tanto es también infeliz. El cuerpo, los cinco componentes, "no soy yo", no son propios.
Fuente: "El libro de los chakras", Juan Echenique.